Vuelan las Plumas

Llevamos 20 años al aire con las mas importantes autoras y autores de la literatura chilena y latinoamericana. Un programa que habla sobre libros para niños, jóvenes, adultos, cómic y narrativa gráfica. También nos interesa la industria editorial y todo el ecosistema del libro. Conduce la periodista Vivian Lavín

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Malcolm Leiva: Nadie más tiene que morir

2022-08-24
El 22 de mayo de 1960, once minutos después de las 15:00 hrs., se desató el terremoto más grande registrado en la historia del mundo: el Terremoto de Valdivia. Con epicentro en Traiguén, sus consecuencias fueron devastadoras para el Sur de Chile. De alcance planetario, este evento concentró la atención mundial por el nivel de destrucción que ocasionó la energía liberada. En Valdivia, ciudad que se transformaría en el símbolo del cataclismo, entre el ochenta y el noventa por ciento de las construcciones fueron destruidas o quedaron inhabitables. Valdivia, construida desde los tiempos de la Conquista sobre rellenos de humedales, cambió su topografía para siempre debido al movimiento telúrico. Además de la destrucción en Valdivia, las consecuencias del maremoto que se produjo con posterioridad en las costas de la Región, trajeron aún más devastación. Aldeas de pescadores fueron literalmente borradas por completo y, en el caso de Corral, puerto fluvial situado cerca de la desembocadura del río Calle-Calle, las escenas descritas por sobrevivientes fueron sobrecogedoras: un tren de olas arrancó casas de cuajo llevándoselas mar adentro con personas suplicando por ayuda desde las ventanas de los segundos pisos; embarcaciones de gran calado fueron arrastradas kilómetros río arriba hasta quedar sumergidas… una pesadilla. Después del terremoto y maremoto, cerca de 100 kilómetros desde Valdivia hacia la cordillera, una tercera amenaza comenzaba a fraguarse. Producto del terremoto, tres bloqueos se habían producido en la desembocadura del lago Riñihue. Los desplazamientos de tierra, rocas, barro y vegetación obstruyeron el nacimiento del Río San Pedro en tres lugares, impidiendo por completo el desagüe natural del lago. El primero de estos bloqueos tenía una altura de 17 metros. Separado por 300 metros, el segundo bloqueo alcanzaba una altura de 18 metros y, 400 metros más abajo, el tercer bloqueo alcanzaba los 24 metros de altura y cubría un área de más de cuatro kilómetros cuadrados. Estos tres bloqueos, conocidos como “tacos”, planteaban el siguiente riesgo. Se calculaba que cuando el nivel del agua que se acumulaba en el lago Riñihue alcanzara la altura máxima del tercer “taco”, la presión reventaría la resistencia del terreno y se desataría un aluvión de agua, barro y rocas de proporciones gigantescas que descendería por la cuenca fluvial que comprende al Río San Pedro y su continuación, el Río Calle-Calle, devastando un área geográfica de 100.000 habitantes. La situación era crítica. Y así fue evaluada por ingenieros de ENDESA, empresa estatal que antes del terremoto estaba realizando una masiva campaña de desarrollo de infraestructura para conseguir la electrificación del país. Los primeros en llegar al lugar de los “tacos” fue personal de dicha empresa que estaba construyendo una Central Hidroeléctrica en Pullinque, decenas de kilómetros al Este del Lago Riñihue. Las alarmas se activaron y rápidamente se dispuso un plan de acción. Sabían lo que vendría porque ya había ocurrido un hecho de similares características hacía casi 400 años, y quien lo había relatado era el cronista español Mariño de Lobeira que da cuenta de un hecho similar ocurrido con posterioridad al gran terremoto de 1575, exactamente en el mismo lugar. Su relato contaba que tres meses después de aquel terremoto, un aluvión descendió por la cuenca del Río San Pedro después de reventar un bloqueo en la desembocadura del Lago Riñihue producido por desplazamiento de terreno. La historia se podría repetir… El Lago Riñihue es el último de siete lagos interconectados que descienden desde la cordillera. El flujo de agua de los deshielos termina invariablemente en el Lago Riñihue para seguir su curso por el Río San Pedro y luego por el Río Calle- Calle hasta desembocar en el mar. Para prevenir la tercera catástrofe que asolaría la región, los ingenieros de ENDESA dispusieron un plan que consistió en construir un canal para provocar el desagüe controlado del agua que se acumulaba a razón de millones de litros por minuto. Cientos de obreros y voluntarios concurrieron al lugar. Bajo la conducción de Raúl Sáez, el entonces Gerente General de ENDESA, y decenas de ingenieros de todas las especialidades, junyo a obreros y voluntarios conocidos como “los paleros”, trabajaron incansablemente en medio de las más adversas condiciones climáticas, topográficas y logísticas. La razón de su apodo es que, debido a la constante lluvia, el terreno se ablandó y no pudo abrirse el canal con maquinaria ya que se enterraba en el barro. La parte más extensa y difícil del canal fue abierta a pala. Esta tarea titánica quedó registrada en un documental hoy, de carácter patrimonial, realizado por Leopoldo Castedo, destacado historiador chileno-español, que siguió día a día las labores y detalló los esfuerzos casi sobrehumanos que se hicieron con el propósito de salvar vidas. Sesenta y cinco días después del terremoto, lograron su cometido. Debido al desagüe, el nivel del Río San Pedro subió de forma controlada y paulatina. Si bien, algunas casas fueron afectadas en Los Lagos, Antilhue, Huellelhue y Valdivia, la potencial destrucción fue evitada y los ríos San Pedro y Calle-Calle retomaron su nivel normal al cabo de un par de semanas. Los hermanos Rodolfo y Malcolm Leiva decidieron contar esta historia en formato de novela gráfica, junto al arte del ilustrador Lucho Inzunza, el layout de Ítalo Ahumada y el rotulado de Cristián Docolomansky. : “Nadie Más Tiene Que Morir. La Epopeya del Riñihue”, para conmemorar los 60 años de este evento en el año 2020. Más allá de los hechos históricos, “lo que quisimos poner en relieve fue la respuesta comunitaria a las consecuencias del terremoto, realzando con ello los valores culturales de colaboración, sacrificio y solidaridad que emergen cada vez que debemos enfrentar algún desastre socio-natural”, cuentan los autores. La novela gráfica no es solo un homenaje a las personas que enfrentaron la crisis en la desembocadura del Lago Riñihue sino también a enfermeras, personal de salud, bomberos, estudiantes y otros miembros de la sociedad civil que organizaron la atención de los enfermos, heridos y damnificados en Valdivia, dando con ello testimonio de una historia que evoca los valores fundamentales de una sociedad. La periodista Vivian Lavín conversa con Malcolm Leiva en Vuelan las Plumas. “Proyecto Financiado por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, Convocatoria 2022”
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Filetype: MP3 - Size: 46 MB - Duration: 31:57m (192 kbps 44100 Hz)

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